Una de las definiciones de la procastinación es: “retrasar voluntariamente un curso de acción prefijado pese a la expectativa de que este retraso puede traer consecuencias negativas”.
Concretamente es la postergación indefinida de una tarea para un mañana indeterminado. Es el ejemplo cotidiano en donde los trabajos nunca son realizados en fecha. Un problema que es más común de lo que se piensa y que los coordinadores o líderes de equipo generalmente no saben como abordar.
El problema no es el diagnóstico, ya que se detecta con facilidad, el problema es la causa, porque la misma es incierta, difusa, y por lo tanto afecta directamente al pronóstico. Nos estamos moviendo en arenas movedizas, porque el no poder hacer pie en la causa nos afecta directamente en un trabajo de motivación. Esto es tan así que en Harvard un estudio demuestra que la gratificación inmediata es el mejor aliado para retrasar nuestras acciones. ¿Se entiende? El eje del problema es mucho más complejo que una recompensa instantánea. Insisto, si la causa está perdida, los coordinadores de equipo tienen que ser muy creativos para motivar a algún integrante de su equipo que sea un dilatante crónico.
Podemos aportar tres ítems básicos que aparecen en la generalidad de los casos, destacando y sugiriendo que cada caso hay que abordarlo en forma particular porque en un grupo es poco probable que exista varios casos iguales, y si existiere estaríamos en frente de una dinámica grupal con serias falencias de coordinación.
Lo observado es lo siguiente: